dilluns, 30 de setembre del 2024

Las llamadas de familiares y residencias de Madrid al 112 en pandemia: “No le dan de comer y aunque grita, nadie le atiende”

 


Residencias

Ana Requena Aguilar

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“He llamado esta mañana varias veces porque se están muriendo como chinches. No hay personal, no dan abasto. Por favor, vayan ya porque se van a encontrar a los 180 ancianos muertos. Nos está diciendo la residencia que ni les llama nadie ni les están dando material”. El 24 de marzo de 2020, la hija de un usuario de una residencia en Sanchinarro llamó en varias ocasiones al 112, el teléfono de emergencias de la Comunidad de Madrid. Hacía diez días que el Gobierno había decretado el estado de alarma y el país vivía su primera ola de coronavirus.


La enfermedad se cebaba en las residencias de ancianos, y en la Comunidad de Madrid el Ejecutivo de Ayuso aprobaba un protocolo para restringir las derivaciones de residentes a hospitales. elDiario.es ha tenido acceso a decenas de transcripciones de llamadas que personal de residencias y familiares hicieron durante aquellas primeras semanas al 112 que constatan tanto la existencia de ese protocolo como la dejadez en la que se encontraban los centros y la desesperación de personal, allegados y usuarios.

“Hace varios días que no podía hablar con él. Hoy lo he conseguido y me ha pedido que llame a emergencias. Dice que ni está aislado, que no le dan ni de comer, no ha cenado. Por mucho que grita no le atiende nadie”

Amigo de un usuario de una residencia

Las aproximadamente 60 llamadas corresponden al periodo entre el 13 de marzo y el 2 de abril. Familiares y personal de las residencias acuden al 112 para comunicar la situación extrema en la que se encuentran y pedir ayuda. En muchos casos, ni es la primera vez que llaman ni la última que lo harán.

El 22 de marzo, el hijo de una usuaria de una residencia en Valdemoro llama para explicar que la doctora del centro le ha explicado que su madre, de 76 años, “está muy mal”. “La médica nos ha dicho que no la derivan porque tienen orden, un protocolo de no derivación a los hospitales”, cuenta. Ante esa situación, es la profesional la que ha pedido a la familia que intenten ellos pedir una ambulancia al 112. La operadora responde que va a informar al servicio médico de urgencias y que si quiere saber lo que harán, llame al 061. Ese mismo día, más tarde, el yerno de la usuaria insiste hasta dos veces más para pedir la ambulancia y ayuda para el centro: han llamado al 061 durante 45 minutos y, finalmente, les han dicho que contactarán con la residencia pero el hombre subraya que la situación allí es crítica. El operador contesta que lo único que puede hacer es pasar de nuevo el aviso.

El contenido de las conversaciones revela intentos insistentes por parte de familias y residencias de informar de lo que está sucediendo, de recibir recursos y, sobre todo, de intentar –sin suerte– que los servicios médicos y las ambulancias acudieran para atender y también trasladar a las personas enfermas.

El resultado de las llamadas es, sin embargo, muy diferente. “Ya le llamarán”, le dice la operadora al trabajador de una residencia que pide atención para un hombre de 82 años con fiebre de 38 grados, dificultad respiratoria, malestar general y una diabetes previa, después de que la conexión con el servicio de urgencias resultara imposible. Muchas llamadas terminan abruptamente, se cortan, o bien acaban con una operadora impotente, incapaz de transferir a quien llama a los servicios de emergencias, tomando nota de lo que escucha y pidiendo que dejen su línea telefónica libre “por si les llaman”.

“Manden personal, están desatendidos”

La diputada socialista en la Asamblea de Madrid Lorena Morales registró en varias ocasiones y en distintos formatos una petición de información para acceder al registro de estas llamadas. Finalmente, y después de varios meses de espera, Morales pudo entrar al archivo para escucharlas y tomar nota, pero no recibió la copia de las transcripciones que había solicitado. “Rompía el alma escuchar la desesperación de las trabajadoras y el dolor de las familias. Las llamadas que se hicieron a emergencias no dejan lugar a dudas. Ayuso negó la asistencia hospitalaria y abandonó a su suerte a las personas mayores en las residencias. Jugó a ser Dios y debe responder por ello, por 7.291 vidas”, señala la diputada del PSOE.

“La doctora me ha dicho que mi madre está muy mal. Nos ha dicho que no la derivan porque tienen orden, un protocolo de no derivación a los hospitales”

Hijo de una usuaria de residencia 

El 26 de marzo, un amigo de un residente en un centro en Torrelodones contacta con el 112 para contar que ha conseguido hablar con él después de varios días: “Me ha pedido que llame a emergencias. Dice que no está aislado, que no le dan ni de comer. No ha cenado. Por mucho que grita, no le atiende nadie”. La operadora le indica que le pasa con urgencias y que da aviso a la Guardia Civil.

Ese mismo día, la hija de una usuaria de una residencia en Villaviciosa de Odón explica que “han caído” entre 10 y 15 personas de un total de 25: “Y no solo ellos, también las personas que les cuidan. Están desatendidos. A ver si pueden mandar personal porque como el personal está enfermo no pueden cuidar ni alimentar. No tienen médico, el que va cuando necesitan algo también está enfermo y no va”. La operadora insta a la mujer a que sea la residencia quien llame. “Si la residencia está venga a llamar, pero no reciben respuesta, no mandan a nadie. Nos han pedido a las familias que llamemos también”, responde. Durante ese día, al menos dos familiares más de personas internadas en ese mismo centro para llaman para pedir auxilio. “Ya les contactarán”, es la respuesta que consiguen.

También el 26, una mujer alerta de que su madre está en una residencia en Usera en la que hay un brote sin controlar: “Ya ni les atienden. A mi madre ni le habían dado de desayunar ni su medicación, ni siquiera un paracetamol”. La mujer pide que saquen a los residentes a hospitales privados ante la falta de medicalización y recursos de la residencia. Al otro lado de la línea toman nota pero no surte efecto. Horas más tarde, la mujer vuelve a contactar para alertar de que nadie ha ido a la residencia y ya ni siquiera les cogen el teléfono.

“Mi padre está con problemas respiratorios y nos han dicho que ni va ambulancia ni va nadie y que han llamado a todas partes. ¿Les van a dejar morir? Fueron el otro día porque llamé a la Guardia Civil. Una cosa es que se mueran y otra es que se mueran sufriendo. Mi padre ha pagado la Seguridad Social, ¿es que no tiene derecho a morir dignamente?”

Hija de una usuaria de residencia 

“¿Les van a dejar morir?”

El 31 de marzo, la hija de una usuaria de un centro de Robledo de Chavela comunica al borde del llanto la situación crítica de su padre, de 83 años. “Está con problemas respiratorios y nos han dicho que ni va ambulancia ni va nadie, me lo ha dicho el médico. ¿Les van a dejar morir? Una cosa es que se mueran y otra es que se mueran sufriendo. Mi padre ha pagado la Seguridad Social, ¿es que no tiene derecho a morir dignamente?”, dice emocionada. De fondo, el llanto de su madre, que está con ella en su domicilio. “Cada vez queda menos oxígeno en la residencia”, prosigue. La operadora del 112 toma nota e intenta pasarle con el servicio médico de urgencias.

Durante el 24 y el 25 de marzo se registran varias llamadas de familiares y personal de una residencia en Sanchinarro en las que subrayan la situación de emergencia en la que se encuentran. En una de ellas, el médico comunica que en solo un día han muerto cinco personas. El operador contesta entonces que, si ha habido muertes, ha debido ir alguna ambulancia o personal de sanidad. El doctor responde: “Solo ha venido la funeraria. Ya sabes que los pacientes geriátricos no son transferidos”.

También entre el 24 y el 26 del mismo mes, varias personas de la plantilla de una residencia en la ciudad de Madrid llaman repetidamente para solicitar una ambulancia para una mujer de 92 años. El geriatra de la Fundación Jiménez Díaz ha aprobado la derivación, pero la ambulancia no llega. La directora de esa misma residencia comunica el 26 dos fallecimientos: “Los dos cuerpos están pendientes de recoger por Interfunerarias. Uno de ellos falleció ayer”. El 28, la directora insiste para avisar de tres pacientes urgentes pero la operadora le comunica que no puede pasar la llamada al servicio de urgencias porque están saturados. Los siguientes tres días, las llamadas de la residencia son para comunicar fallecimientos.

“He llamado esta mañana varias veces ya porque se están muriendo como chinches. No hay personal, no dan abasto. Se están muriendo los ancianos. Otra hija está llamando. Por favor, vayan ya porque se van a encontrar a los 180 ancianos muertos. Nos está diciendo la residencia que ni les llama nadie ni les están dando material”

Hija de una usuaria de residencia 

Consultada por elDiario.es, fuentes de la Consejería de Familia, Juventud y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid repiten el argumento dado durante los últimos años: “Las derivaciones se hicieron con criterios clínicos marcados por los geriatras de enlace y han sido avaladas por la Sociedad Española de Geriatria y Gerontología”. Sobre la mención en las llamadas de la existencia de un protocolo que limitaba el traslado de las personas mayores a los hospitales, las fuentes insisten en que “se decidía caso por caso, no era un tema de protocolo”.

“Necesito asistencia urgente, no dentro de tres horas”

Entre el 13 y el 14 de marzo, un enfermero de una residencia en Buitrago de Lozoya llama hasta en cuatro ocasiones para pedir asistencia médica urgente para una mujer de 89 años con “un cuadro sincopal recuperado” pero con fiebre, tos, secreciones y pérdida de conciencia. “Necesito asistencia urgente, no dentro de tres horas”, dice en uno de esos intentos. Más adelante, insiste: “Espero que cuando se pongan en contacto no sea tarde”. Ante la falta de respuesta, el enfermero marca una vez más, pero solo consigue que le aseguren que pasarán el aviso.

El 20 de marzo, la médica de una residencia de Alcobendas indica en su llamada que tiene dos casos sospechosos y que ya no le permiten derivar a sus pacientes a hospitales. “Ya no me están derivando a hospitales. Entonces necesito que me digan cómo gestionar las muestras de los casos sospechosos (...) Con otro caso que no parecía Covid tampoco me la fueron a buscar, me la dejaron en la residencia”, cuenta. La operadora responde que intentará pasarle con los servicios de urgencia.

El 18 de marzo, la médica de otra residencia, en Aranjuez, solicita ambulancia para tres pacientes, uno de ellos de 76 años con problemas de saturación e insuficiencia respiratoria. El operador no consigue transferir su llamada al SUMA pero deja pasado el aviso. Un día después, personal de la residencia vuelve a llamar: las ambulancias no llegaron y nadie contacta con ellos.

“Solo ha venido la funeraria. Ya sabes que los pacientes geriátricos no son transferidos”

Médico de una residencia 

La ambulancia tampoco llegó a una residencia de Mirasierra. El 29 de marzo, la médica de guardia pide el traslado de un hombre de 76 años de cuyo pronóstico ya había hablado con el geriatra. Quiere saber si hay noticias, pero no pueden informarle de nada. Una hora más tarde marca de nuevo: “Hace más de una hora que solicité una ambulancia. Llamo para anularla porque el paciente acaba de fallecer”.

7.690

Los protocolos de la Comunidad de Madrid restringieron la posibilidad de trasladar a mayores que enfermaban desde las residencias hacia los hospitales, al mismo tiempo que la mayoría de centros no estaban medicalizados, tenían a parte de su personal contagiado y no recibían ningún tipo de refuerzo médico ni tampoco material.

7.690 personas mayores murieron en apenas dos meses en las residencias de la Comunidad de Madrid sin recibir atención hospitalaria. Esa cifra suponía entonces el 18% de todos los usuarios, es decir, murió casi una de cada cinco personas que vivían en geriátricos. Pese a que el Gobierno de Ayuso insistió en que los protocolos que ordenaban no derivar a ancianos a los hospitales no supuso un exceso de muertes y que las cifras de la Comunidad eran similares, o más bajas, que las que registraron otras regiones, las cifras le rebaten. Un estudio publicado en la revista Epidemiología mostró que la mortalidad de los pacientes con Covid-19 que el Ejecutivo madrileño retuvo en las residencias se disparó hasta el 46,7%, el peor resultado con diferencia de las zonas geográficas analizadas.

elDiario

dimarts, 24 de setembre del 2024

La Xunta de Feijóo compró parte de las mascarillas por las que la pareja de Ayuso cobró 2 millones en comisiones

 


Antonio M. Vélez

La Xunta de Galicia compró en 2020, cuando la presidía el actual líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, parte de las mascarillas por las que la pareja de Isabel Díaz Ayuso, Alberto González Amador, se embolsó 2 millones de euros en comisiones ese año.

Así lo confirma a elDiario.es Gumersindo Cachafeiro, fundador y presidente de Mape, la empresa que pagó 42 millones por material sanitario procedente de China a FCS, firma catalana a la que González Amador cobró comisiones del 4,5% por intermediar en la compra de ese material.

Hasta ahora se desconocía quién había sido el comprador final de la mercancía que encargó a FCS la gallega Mape, empresa con amplia experiencia en el suministro de insumos sanitarios. Ahora se confirma que al menos una Administración pública acabó adquiriendo ese material.

En Mape es consejero el directivo de Quirón Fernando Camino, clave en el ascenso profesional de la pareja de Ayuso. A ambos les vincula su relación en el gigante de la sanidad privada (principal pagador de González Amador desde hace años) o un abogado de León que administra el ático de lujo en Madrid del que disfrutan el defraudador confeso y la presidenta de la Comunidad de Madrid.

“El 90-95% de la mercancía que compré ese año [2020] la adquirí a FCS y lo vendí a todos los españoles, públicos y privados”, dice Cachafeiro. En conversación telefónica con este medio, el empresario subraya que “ni Quirón ni nadie relacionado con todos estos me ha comprado esa mercancía. La Comunidad de Madrid, cero”. 

Pero sí la Xunta de Galicia: “Nunca les vendimos nada hasta la pandemia, ni después”. Sin embargo, con la emergencia sanitaria y los gobiernos de todo el planeta buscando desesperadamente mascarillas, guantes y otros equipos de protección, el Ejecutivo que entonces presidía Núñez Feijóo les pidió ayuda “porque la necesitan, igual que todo el mundo. No tenían autorización para importar y les prestamos las nuestras sin ningún tipo de recompensa”. Con esas autorizaciones, explica, se pudieron suministrar a la Xunta desde mascarillas a material fungible para respiradores. 

La Xunta de Galicia, ante las preguntas del elDiario.es sobre la comisión que cobró González Amador, señala que “adquirió material sanitario a una empresa especializada en distribución de material sanitario, que además fue seleccionada como proveedora por el Gobierno central dentro de su acuerdo marco”.

Además, un portavoz del Gobierno gallego resalta que si la empresa “obtuvo el material sanitario directamente del fabricante o a través de otra empresa intermediaria es un asunto que atañe exclusivamente al proveedor y que en nada implica a la Xunta”. Las mismas fuentes insisten en que “el proveedor de la Xunta es la empresa de suministros sanitarios Mape. La relación de la Xunta es con esta empresa”, descartando cualquier relación con la actual pareja de Isabel Díaz Ayuso.

Este martes, tras la publicación de esta información, Feijóo ha señalado en una entrevista en Telecinco que “el novio de la señora Ayuso no tiene nada que ver con ese contrato”. “Que yo sepa, en 2020 esa persona no era siquiera novio de la señora Ayuso. No les pregunto”. El actual líder del PP ha subrayado que “todos los contratos están colgados y todos se han remitido al Parlamento”, informa Aitor Riveiro.

“Yo no soy responsable de que Begoña Gómez esté delante de un juez, que el hermano del presidente del Gobierno no quiera pagar a Hacienda aunque no está claro que viva en Portugal. Y empiezan a revisar los contratos de la Xunta. No me discutían los contratos que firmaba y sacan ahora contratos del año 20, 15 o 18. Es patético, me hace gracia porque observo que para tapar al presidente del Gobierno sacan contratos de Feijóo”.

Mucho retraso

El Gobierno gallego tardó muchos meses en publicar los contratos adjudicados a Mape en 2020, ejercicio en el que esta firma fue la que más contratos de emergencia recibió del Servicio Gallego de Salud: 10 adjudicaciones por importe de más de 10 millones.

De esa cifra, 4,3 millones fueron para el suministro de mascarillas mediante tres contrataciones de emergencia realizadas entre abril y junio de 2020. Esos contratos no aparecieron en la plataforma de contratación de la Xunta hasta el 11 de octubre de 2022. En el Diario Oficial de la UE no se publicaron hasta febrero de 2023, casi tres años después. Las resoluciones de adjudicación no están disponibles.

El retraso en publicar esas adjudicaciones fue una tendencia generalizada en los contratos de emergencia del Sergas, que incumplió la obligación legal de darles publicidad. Así lo destacó el Consello de Cuentas en un informe que advirtió de que Mape cobró un 37% más que otros proveedores en 2020. Cachafeiro cree que en el órgano fiscalizador “se lo tienen que mirar”. “Si yo compré caro, vendí caro. No me pueden acusar de sobreprecios”, se defiende.

“Ninguna relación”

“No tenemos ni hemos tenido ninguna relación comercial con el novio de Ayuso”, señala el fundador de Mape, que lamenta que se afirme que su empresa propició que González Amador se hiciera millonario en 2020. Aunque es consciente de los muchos vínculos que le unen con el directivo de Quirón Fernando Camino.

El empresario gallego ha guardado silencio en los últimos meses, tras el escándalo en torno a la pareja de la presidenta madrileña, que ha salpicado a su compañía por la condición de consejero del máximo responsable de Quirón Prevención. Camino siempre ha rechazado atender a elDiario.es.

“Yo no tengo que ver con la comisión de nadie”, dice Cachafeiro, que explica así su relación con Camino, al que conoce “desde 2015”: el directivo de Quirón “es mi amigo, le conozco por la familia de su mujer y su cuñado, que tienen farmacias de toda la vida en León”. Desde 2019 es vocal del consejo de administración de Mape, como consejero externo, “porque dirige una empresa que es Grupo Quirón y es uno de los grandes conocedores del mundo empresarial” y del negocio de la prevención.

“Ni él ni nadie relacionado con él ni con su familia tuvo nunca acciones aquí”, aclara. “Sigo creyendo en él. Es un tipo exquisito, escrupuloso, correcto”.

Cachafeiro dice que cuando salió a la luz que González Amador administró hasta 2022 una sociedad en el paraíso fiscal de Panamá creada por Camino, le pidió explicaciones. “Esa empresa nunca facturó nada, me dijo. Le dije: eso es sospechoso. Yo no dejo de ser amigo de mis amigos porque alguien diga tal; pero si se demuestra que no son lo que dicen que son, no voy a respaldar a nadie que no sea de la misma mentalidad que yo”. 

“Le dije que si sale imputado en algo al día siguiente estará fuera del consejo”. El mensaje que le trasladó fue: “No te pido que te vayas ahora porque parecería que te estoy culpando o penalizando”. “Por el momento no ha pasado nada”, subraya.

Cachafeiro dice desconocer que González Amador pagara en diciembre de 2020, tras embolsarse esos dos millones en comisiones, 500.000 euros a Camino por una empresa a nombre de su esposa que no facturaba ni 30.000 euros y apenas tenía actividad.

“Claro que me sorprende, no voy a decir que no”. “Algo tiene que tener la empresa”, aventura. “Ellos sabrán cómo lo han hecho y dónde lo han hecho”. González Amador presentó a Hacienda como una “apuesta” la compra de esa empresa, que se dedicaba a tratamientos de belleza y que usó como pantalla para defraudar con los ingresos extra de Quirón.

Cachafeiro reconoce que también preguntó a Camino por la sociedad que compró ese ático de lujo en Madrid, que administra un abogado de León muy cercano al directivo de Quirón que representó a González Amador en la inspección de Hacienda. La respuesta que le dio, explica, fue que “es casualidad que él le haya llevado esto a Alberto”. “Yo no conozco a este abogado”, asegura.

También dice no saber nada del misterioso préstamo de 955.000 euros que esa empresa recibió en 2023, cuando compró ese piso de lujo al contado. Ni se explica por qué otra asesora de León ha llevado siempre las cuentas de Maxwell Cremona, la principal empresa de González Amador.

Desde que estalló el caso, Cachafeiro solo había atendido a El País, al que contó en marzo, nada más desvelar elDiario.es el fraude fiscal de González Amador, que las gestiones para comprar las mascarillas a FCS comenzaron en marzo de 2020. Esta versión, que Cachafeiro mantiene y que también sostuvo la empresa catalana, choca frontalmente con lo que la pareja de Ayuso sostuvo ante Hacienda.

Durante la inspección de la Agencia Tributaria, González Amador aseguró que había realizado gestiones para traer ese material en enero de 2020, dos meses antes del estallido de la crisis sanitaria en España, mediante videoconferencias y reuniones físicas en Nueva York y con la participación de una compañía con sede en Florida, Inteconn.

“Una estafa”

Cachafeiro es muy crítico con el fraude fiscal confesado por la pareja de Ayuso: “Para cualquier persona coherente, es una estafa. Si usted cobra dos millones y no quiere pagar por ellos… llamémoslo como queramos. Es una barbaridad”. “Hemos colaborado con lo que nos ha pedido la Agencia Tributaria siempre”.

El empresario resta importancia a la reformulación de las cuentas de 2023 que llevó a cabo Mape en abril, cuando ya había estallado el escándalo, y niega categóricamente ninguna relación con este caso. Subraya que esa modificación, una maniobra relativamente infrecuente, se debe a la decisión de repartir como dividendos todo el beneficio del pasado ejercicio (1,5 millones) cuando ya habían sido formuladas las cuentas en una primera versión. 

También aclara la identidad del comprador del 5% del capital que la empresa vendió de su autocartera en mayo de 2022 por medio millón de euros. Se trata del director general de Mape, Víctor Mosquera.

Respecto al proveedor al que adelantaron 1,5 millones en 2020 por un material sanitario que nunca llegó, es una empresa italiana que pidió por adelantado el 20% de la mercancía. “Tenían que entregar un millón de mascarillas en un plazo de siete días” para un cliente “que quería donarlas a hospitales”. Las mascarillas nunca llegaron, los hechos se denunciaron ante la Guardia Civil y el caso quedó en manos de Interpol. “Hace unas semanas nos han dicho que demos el dinero por perdido porque los tres socios de esa empresa no tienen capacidad para hacerle frente”.

Mape empezó en 1998 como asesoría. En 2007 dio el salto a la distribución de productos sanitarios, elementos de parafarmacia, fármacos y otros productos que comercializa a grandes empresas, instituciones públicas y centros médicos privados. Sus clientes son hospitales, centros sanitarios, empresas, mutuas, centros de prevención… Entre ellos, Inditex, Iberdrola, Caixabank, Repsol, Mercadona, Telefónica o la propia Quirón Prevención y organismos públicos como la Comunidad de Madrid o la Xunta, según su web. 

“Trabajamos con todos los servicios de prevención y de grandes compañías”. “Siempre que hemos podido, en la pandemia si tuvimos mercancía la vendimos a nuestros clientes, públicos y privados”, explica su fundador y máximo accionista, que subraya que trabajan para cualquier administración, independientemente del color político. “Me equivoco muchas veces pero procuro no cometer irregularidades”.

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